En 1803, la congregación recibió en herencia la capilla, la torre, la sacristía y el patio de la Hacienda Apoquindo.

En 1809 los frailes iniciaron la construcción de la iglesia y el convento.

Cuenta la leyenda que durante la Reconquista Manuel Rodríguez fue ayudado por los monjes de la iglesia cuando llegaba hasta ahí tras sus viajes a Mendoza como emisario de San Martín, quien buscaba contactarse con los patriotas en Chile.

Este diorama muestra a Rodríguez siendo recibido por los frailes. También a la Iglesia Los Dominicos con su forma actual y sus dos torres, a pesar de que éstas fueron construidas 30 años más tarde. Sin embargo, se decidió mostrarlas de esta forma en la recreación de la historia narrada para no perder la impronta arquitectónica que caracteriza a esta construcción.